Kefrem tiene 14 años y se escapó de El Salvador hace pocos meses, cuando la mafia lo amenazó de muerte, a él y a sus padres. Ellos viven en Tijuana, México, donde me contó esta historia en abril de 2017.
Vivíamos en una casa mediana, en un pequeño barrio en El Salvador. Mi papá trabajaba para el gobierno y mi mamá tenía una tienda donde vendía cosas para la gente: perfumes, artículos de baño, pañales, zapatos y ropa. Mi familia era muy grande, y todos vivían en ese barrio. Yo tenía primos que eran como mis hermanos y hermanas. Íbamos a una iglesia evangélica. Eso era importante para mí. Me gustaba mi vida: iba a la escuela, jugaba fútbol, estaba en el equipo de la escuela y del barrio. Frecuentemente íbamos a la playa, o a cenar a restaurantes. Un día fui con mi tío a una excursión en motocicleta. ¡Era una buena vida!
Entonces un día llegaron unas personas. Pedían 25 000 dólares, y dijeron que si no los tenían, nos quitarían la vida a mis padres y a mí. En realidad, trataron de secuestrarme. La primera vez yo iba saliendo de la escuela, y en el espacio en que se estacionan los autos, cuatro personas estaban esperando y me dijeron que iban a secuestrarme. Pero el estacionamiento es amplio, tiré mi mochila y empecé a correr y me escondí. Llegué a mi casa verdaderamente espantado. Pero diez minutos después, las mismas 4 personas que habían estado fuera de mi escuela, llegaron a mi casa, con otros 10 individuos. Mi padre los vio. No pudieron entrar, pues hay una puerta muy segura enfrente de la casa y tiene un cable eléctrico. Llamaron a mis padres y exigieron 25 000 dólares o nos matarían. El jefe de ellos dijo que teníamos hasta la media noche. Entonces llamamos a un hermano de nuestra iglesia. Él era chofer local y nos ofreció llevarnos a la frontera con Guatemala.
Después de que llegamos a esa frontera, mis dos padres trabajaron en Guatemala para ganar dinero, y así poder viajar a México. Rentamos unos cuartos en la frontera. Mi padre trabajó como ingeniero por un mes. Entonces conseguimos boletos y cruzamos sin dificultad: sólo nos pidieron nuestras identificaciones. Empezamos todo el proceso en Tapachula, y nos dieron asilo. Pero no hay trabajo en Chiapas, o sí hay, pero la paga es muy mala. La economía está mejor aquí. Hemos estado por 8 meses. Extraño un poco El Salvador. Supe que los mafiosos destruyeron las paredes de nuestra casa y se llevaron todas nuestras cosas. Para mis padres eso fue muy duro. A veces están tristes, pero piensan en una vida mejor para mí.
Tomé esta fotografía porque me gusta ver la frontera de Estados Unidos, porque sé que algún día, tarde o temprano, alcanzaré mis sueños allá o en otro país. Mi primer sueño es prepararme para seguir adelante. Quiero estudiar ingeniería mecánica o administración de negocios, ya sea en Estados Unidos o en Canadá.
Escogí ésta porque me encanta dibujar y pintar el sueño que tenía cuando era un niño: ser general de la Armada. Todavía me interesa.
Este es el plano de una casa, porque quiero ser ingeniero. En mi tiempo libre o cuando estoy aburrido dibujo planos. Esta es una casa en la que me gustaría vivir. En la escuela estudié dibujo técnico, y hago esos planos por placer o relajamiento.
Tomé esta foto porque me gusta mucho ejercitarme. Estas son unas pesas. Me gusta levantar pesas y desarrollar partes de mi cuerpo. También me gustan las artes marciales. Empecé a hacerlas en México, unos amigos me regalaron el equipo.