Historia de Ahmed

Grecia
diciembre 2016

Ahmed tiene 16 años. Es kurdo, proviene de Kurdistán, al norte de Irak. Cuando contó su historia (agosto de 2016) vivía en un campo de refugiados en el norte de Grecia.

Nosotros vivíamos en una pequeña aldea. Mi padre dirigía una fábrica, mi madre era ama de casa. Tengo tres hermanos y tres hermanas, soy el tercero.

No puedo recordar ningún momento de felicidad antes de la guerra. Sólo recuerdo que cuando tenía ocho o nueve años, toda la familia fue a visitar un lugar cerca de la aldea.Esa vez fui muy feliz. Y mis mejores momentos fueron los que pasé jugando con mis amigos, en compañía de mi familia o caminando por ahí. Era un lugar muy bonito.

Empecé a ir a la escuela a los seis años. Me encantaba la escuela porque quería mejorar, aprender muchas cosas y no quedarme un niño estúpido. Me gusta la ciencia, el kurdo y el inglés. Sólo terminé sexto grado de primaria. Tuvimos que dejar Irak, nos fuimos de ahí hace cinco meses, porque no había más trabajo para mi padre y porque huimos del estado islámico que andaba muy cerca.

En nuestra comunidad no había enfrentamientos, pero en otras sí, contra el Peshmerga. No me gusta ISIS, estoy molesto con ellos porque vinieron a Irak y a Siria y destruyeron el país. En cuanto oímos hablar de eso que llaman estado islámico, supimos que intentarían hacernos daño y destruir nuestro país. Todo acerca de ellos es destrucción y perjuicio para el país. No hacen nada bueno por el país. A ninguno de mi familia le han hecho daño, pero una familia que vivía cerca de nosotros fue convertida y teníamos mucho miedo por la forma en que manipulaban la mente de las personas. La familia que fue convertida se unió a ISIS y desde entonces nadie sabe qué pasó con ella.  Desde el principio,  el padre estaba con ISIS pero eso era un secreto, un día él llega y se lleva a la familia completa. Así es como nos enteramos que era de ISIS.

Somos musulmanes. Los de ISIS no son musulmanes porque nuestro Islam no es así como el de ellos. Ellos cargan banderas y dicen Alá es grande, escriben versículos del Islam en las paredes y queman las banderas y las paredes y eso no es el Islam. No está bien lo que le hacen a la gente ni toda esa destrucción.

Salimos de Irak a escondidas, partimos por las montañas hacia Turquía. Tardamos veinticuatro horas, estuvimos un día entero en las montañas. No teníamos agua y la nieve nos llegaba hasta el cuello. Tomamos un carro hasta cierto punto y después seguimos a pie. Éramos como veinte familias en total y todas sufrimos juntas. En cierto momento nuestro padre se nos perdió. Estaba muy cansado y se quedó dormido mientras caminaba entre los árboles. Lo buscamos durante horas y finalmente lo encontramos en el bosque. Estaba exhausto. Yo no temía por mí, pero me preocupaban mis hermanas pequeñas y otra familia asiria con su bebé pequeño caminando en la nieve profunda. Ellos sufrieron mucho mientras caminábamos porque daban unos cuantos pasos y se caían.

Nos acompañaron cuatro coyotes (traficantes de personas) durante el viaje y al llegar a un río, nos dijeron: cuando crucen el río estarán en Turquía. Los coyotes nos dieron dos palos a cada uno para ayudarnos a vadear el río. No fue difícil para mí, pero para otros sí porque la corriente era muy fuerte. Nadie se cayó. Yo ayudé a llevar las bolsas de una orilla a la otra.

Después de cruzar el río caminamos cuatro horas y llegamos a un área llena de soldados que nos dijeron: vamos a ponerlos a todos en vehículos para mandarlos a Irak, pues ustedes no tienen nada que hacer aquí.

Entonces nos reunimos todos y acordamos darles dinero a los soldados y ellos nos dejaron ir. Cada persona pagó cerca de 50 dólares. Después de tomar el dinero, los soldados nos dieron comida: plátanos y agua, y nos pusieron en un cuarto que usaban para descansar. A las mujeres y a las niñas las dejaron descansar ahí por dos horas y luego tuvimos que seguir. Caminamos otras dos horas hasta una pequeña aldea donde hubo una explosión. La explosión fue en una tienda vacía, destruyó todo alrededor pero no hubo heridos. No estábamos cerca, pero pudimos ver lo que estaba sucediendo. Nadie pudo explicar por qué pasó. Fue muy fuerte, pero no me dio miedo.

Luego seguimos en autobús por veinte horas y fuimos a D. Nos quedamos cuatro días en un hotel. Cada día el coyote nos decía: está bien, los sacaré de aquí. Finalmente, dejamos el hotel y el coyote nos llevó al lugar en el que nos subimos a una embarcación inflable. Fueron dos horas y media en alta mar. Todos estábamos asustados. Cuando llegaban olas fuertes, la embarcación se balanceaba y casi se hundía por el agua que se metía, pero Dios nos salvó. El dueño era el piloto. Había 110 personas en ella. Realmente estaba saturada. No podía sentarme. Queríamos chalecos salvavidas, pagamos 10 euros por cada uno, no sé si eran funcionales, pero el coyote nos dijo que no permitiría flotadores porque quería espacio. Nunca había estado en el mar. Sólo lo había visto en la televisión. No sabía nadar. Toda la gente estaba asustada y se quedó dormida por el miedo.

Cuando llegamos a nuestro destino –era la isla Samos – la embarcación se detuvo y todos nos bajamos y miramos el GPS para ver dónde estábamos. Luego, caminamos una hora más desde la costa. No vimos a nadie, ni un guardacostas, ni un policía, nada. El dueño de la embarcación nos dio un número y nos dijo que camináramos una hora y llamáramos a ese número. Él nos aconsejó que debíamos decir que estábamos perdidos en las montañas y que les suplicáramos: por favor vengan a rescatarnos, hay una mujer en el grupo y un hombre en silla de ruedas. Después de que llamamos, la policía vino y nos llevó a otra isla. Nos quedamos en un lugar en el que había un gran campo de refugiados afganos. Estuvimos ahí dos días y luego nos pusieron en un gran barco para Atenas. Cuando llegamos a Atenas, llamamos a otro número que alguien nos dio en el bote y entonces un autobús grande vino y nos movió a EKO. Pagamos el autobús por nuestra cuenta, pues el gobierno griego no tenía nada que ver con ello.

Cuando llegamos a EKO nuestro padre fue a la frontera a firmar un papel con todos nuestros nombres estampados y sellados, cuando iba a regresar por nosotros, se cerró la frontera. Mi padre fue el número trece en firmar ese papel y en ese entonces dieciséis era el número máximo de personas que podía cruzar. Después de dieciséis la cerraban.

Los refugiados protestan el cierre de la frontera de Grecia con Macedonia, marzo 2016. Lynne Jones.
Los refugiados protestan el cierre de la frontera de Grecia con Macedonia, marzo 2016. Lynne Jones.

No nos fuimos. Pensamos que debíamos quedarnos y esperar. Pensamos bien, fueron dieciséis hoy, pero mañana seremos parte del grupo permitido… Pero entonces escuchamos en internet y en la televisión que la frontera está cerrada. Nos quedamos unas semanas más y entonces llegamos hasta aquí. Hubo una protesta. Duró cuatro días. Todos fuimos a la carretera y la cerramos. Mi padre y yo participamos en la protesta. Tengo en mis manos el papel en el que escribí: deben abrir las fronteras inmediatamente. Cerramos el camino y vimos carros en marcha a nuestro alrededor, así que también cerramos esa vía. Pero luego, las personas se sintieron desamparadas, fueron cuatro días sin comida y se rindieron.

EKO era mejor que aquí porque en el campo de EKO teníamos baños con agua y las regaderas tenían agua caliente y fría, aunque teníamos que pagar. Sin embargo, aquí sufro mucho cada vez que voy al baño pues debo llevar agua porque los baños siempre están sucios. Y la comida aquí no es buena. No la comemos, sólo es comestible un día a la semana cuando nos dan carne y arroz. Compramos todo y mi madre cocina. Tenemos una pequeña estufa eléctrica dentro de la tienda de campaña. Es mejor que nada.

Cuando planeamos dejar Irak, mi padre nos dijo que no teníamos permiso de hablar con alguien sobre nuestros planes o de decir que nos iríamos. Teníamos planeado irnos a Alemania. Mi hermano ya está allí.  La vida aquí es muy aburrida. No tengo nada que hacer, salgo de la tienda de campaña, doy una vuelta por ahí y regreso a la tienda otra vez. No hay nada que hacer. ¿Esta escuelita? (Ahmed hace una seña despectiva con su mano). Jugamos algo al fútbol. Espero que nos preparen el terreno como campo de futbol para que podamos jugar y me gustaría una escuela en la que podamos aprender. No tenemos doctor aquí después de las 5 de la tarde, así que entre nosotros nos enseñamos primeros auxilios. Entre los refugiados tenemos dos paramédicos de Red Crescent en Siria. A esto le llamamos el grupo de fronteras abiertas porque estamos varados aquí y queremos que abran las fronteras.

¿Que si volvería a Irak? Si yo supiera que mi aldea es segura, claro que regresaría.  Los Peshmerga son los únicos que pueden derrotar a Daesh y los acabarán.

En febrero de 2017 me encontré a Ahmed en Atenas, estaba viviendo con su familia en un apartamento y en espera de ser reubicado.

Nos fuimos del campo hace cinco meses. Había muchos problemas. La comida no era buena y ya la tienda de campaña estaba muy deteriorada. Vi a muchos chicos peleando con cuchillos y tomando. Se decían cosas como yo soy kurdo, tú eres sirio, tú eres árabe. Eso nos daba miedo a mi familia y a mí. Yo no me involucré en ninguna pelea. Jugaba fútbol con mis amigos y era miembro del grupo de fronteras abiertas. Mis amigos y yo les ayudábamos a repartir alimentos y en otras cosas de asistencia humanitaria.

Cuando llegamos a Atenas pensé que nunca estaría a gusto en una ciudad porque estaba acostumbrado al campo. Pero después de varios días aquí, veo que Atenas está bien. Me gustan las montañas de Atenas, como la de Acrópolis. He estado en el Partenón. Es muy limpio y la naturaleza ahí arriba es bella. Pudimos ver todo. Fue maravilloso.

En cuanto a la gente griega, algunos son buenos, otros malos. Había muchos voluntarios en la escuela de Atenas. Nos ayudaron a hacer comida y a aprender el idioma, entre otras cosas. Pero cuando anduve en la calle y le pregunté a alguien por una dirección, él me empujó y no me dijo nada. Vemos eso todo el tiempo.

He estado asistiendo a la escuela durante los últimos tres meses. Aprendemos inglés y aprendemos los unos de los otros. Los voluntarios que enseñan ahí son muy interesantes. Hay como 40 estudiantes en las clases. Está cerca de Victoria y voy 4 días a la semana. Quiero aprender algo de otras materias, pero inglés me interesa más. Algunas veces me aburro, algunas veces salgo con amigos o con mi familia. No hay deportes ahí, me gustaría que hubiera, pero lo más importante para mí es estudiar lenguas. Eso es lo que quiero hacer. Me siento bien, a veces tengo pesadillas, pero la mayoría de las veces tengo sueños buenos.

Sobre el futuro. Quiero irme a Alemania con mi familia porque mi hermano mayor está allí.

En Irak, ISIS está muy cerca de nuestra ciudad y hay muchos problemas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.